miércoles, 6 de noviembre de 2013

Vísperas sicilianas

Vísperas sicilianas 



A finales del siglo XIII la presencia de tropas francesas en Sicilia era cada día más impopular. Carlos de Anjou se hizo con el control del reino siciliano tras la batalla de Benevento también denominada del “Campo de las Rosas” donde derrotó al rey Manfredo I pero desde un primer momento, la legitimidad del poder fue más que discutida aun siendo consentida por el propio Papa.

En Italia entera y por supuesto también en Sicilia, los poderes políticos estaban divididos entre dos partidos, los güelfos que apoyaban al Papa y en este caso  a Carlos de Anjou y los gibelinos que estaban a favor del emperador alemán de la Casa Hohenstaufen. Gracias a esta circunstancia ya desde el mismo año de la muerte de Manfredo I, los nobles gibelinos de Sicilia que no desean un angevino pro güelfo en el poder aclamaron como rey de la isla a Conradino Hohenstaufen, sobrino del fallecido Manfredo. Conradino apenas un joven de 16 años era duque de Suabia  y su proclamación daba lugar a un nuevo conflicto entre los enemigos de siempre; El Imperio alemán y El Papado esta vez personificados en el reino de Francia, con reinos hispánicos de Aragón y Castillas observando la contienda con gran interés.

Conradino y sobretodo su apellido Hohenstaufen consiguió en un primer momento recabar muchos apoyos no solo en Sicilia y el sur de Italia sino también en la península ibérica, donde el rey de Aragón Pedro III estaba casado con su prima Constanza y en Castilla, donde el monarca Alfonso X al aspirar en un futuro al cetro imperial deseaba y le convenía el apoyo del influyente ducado de Suabia. La guerra fue favorable a joven monarca alemán durante los dos primeros años pero la situación comenzó a variar, la nobleza güelfa siciliana se rebeló contra Conradino y levantó una flota y un ejército en 1268 que se unieron a las fuerzas de Carlos de Anjou. La flota fue destruida pero durante la batalla campal que tuvo lugar el 23 de Agosto cerda de Mesina, concretamente en Tagliacozzo, Conradino es hecho prisionero por los angevinos. Carlos de Anjou ordena la ejecución de su rival el 29 de octubre así como de muchos nobles sicilianos que habían  apoyado al pretendiente germano aunque muchos nobles pudieron escapar a la corte aragonesa, nobles de familias influyentes como los Lauria, Lanza o Prócida.

Carlos de Anjou tenia ahora todo el poder sobre la isla pero su “inexperto” rival antes de morir realizó una jugada inesperada, nombró heredera de sus derechos a su prima Constanza, hija del anterior rey Manfredo I y sobretodo esposa del emergente rey de Aragón Pedro III, de esta forma siempre caía sobre el poder angevino en Sicilia la posibilidad de la insurrección apoyada por Aragón.


Poco a poco fue aumentando el odio entre sicilianos y franceses, Pedro III moviendo influencias entre los nobles seguidores de Constanza se encargaba de crear el ambiente propicio para que estallase una revuelta. Dicho levantamiento tuvo lugar en Palermo, en el mes de abril cuando el día de martes de Pascua a lo hora de vísperas, de ahí el nombre de Vísperas Sicilianas se produjo una masiva revuelta que empezó con una gran matanza de franceses y acabó con la expulsión de la isla. Existen conjeturas diversas sobre la planificación o no de la revuelta, ya que la crónica de Ramón Muntaner habla de espontaneidad del levantamiento provocado por el ultraje a damas palermitanas por parte de soldados angevinos mientras la “Crónica Siciliana del  Siglo XIII” comenta la coincidencia entre el hecho de las damas y el levantamiento planeado. Fuese como fuese, la revuelta rápidamente se extendió por toda la isla y los franceses o bien fueron masacrados o bien huyeron a Mesina. De esta forma tan violenta Sicilia se libraba del dominio francés.

Tras la revuelta se intentó organizar un gobierno en la isla a semejanza de las ciudades estado del norte de Italia pero el Papa Martin IV rechazó la propuesta al ser pro angevino. Ante la negativa papal y una nueva invasión francesa, los nobles sicilianos buscaron y demandaron el lógico apoyo aragonés, personificado en el monarca Pedro III que desembarcó en la isla el 30 de agosto, junto a su esposa Constanza, legitima heredera del reino isleño, siendo coronados como reyes en Palermo. La flota aragonesa, al mando de Roger de Lauria derrotaría después a la flota de Carlos de Anjou en la batalla de Nicoreta, obligando al francés a huir a Nápoles y reconocer los derechos de Pedro II al trono.

Comenzaba una situación nueva en el Mediterráneo, un cambio de poder que perseguiría en los siguientes años en una guerra entre Aragón contra Francia y el Papado y que supondría la presencia aragonesa en la península itálica durante varios siglos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario