Vísperas
sicilianas
A finales del siglo XIII la
presencia de tropas francesas en Sicilia era cada día más impopular. Carlos de
Anjou se hizo con el control del reino siciliano tras la batalla de Benevento
también denominada del “Campo de las Rosas” donde derrotó al rey Manfredo I pero
desde un primer momento, la legitimidad del poder fue más que discutida aun
siendo consentida por el propio Papa.
En Italia entera y por
supuesto también en Sicilia, los poderes políticos estaban divididos entre dos
partidos, los güelfos que apoyaban al Papa y en este caso a Carlos de Anjou y los gibelinos que estaban
a favor del emperador alemán de la Casa Hohenstaufen. Gracias a esta
circunstancia ya desde el mismo año de la muerte de Manfredo I, los nobles
gibelinos de Sicilia que no desean un angevino pro güelfo en el poder aclamaron
como rey de la isla a Conradino Hohenstaufen, sobrino del fallecido Manfredo.
Conradino apenas un joven de 16 años era duque de Suabia y su proclamación daba lugar a un nuevo
conflicto entre los enemigos de siempre; El Imperio alemán y El Papado esta vez
personificados en el reino de Francia, con reinos hispánicos de Aragón y
Castillas observando la contienda con gran interés.
Conradino y sobretodo su
apellido Hohenstaufen consiguió en un primer momento recabar muchos apoyos no
solo en Sicilia y el sur de Italia sino también en la península ibérica, donde
el rey de Aragón Pedro III estaba casado con su prima Constanza y en Castilla, donde
el monarca Alfonso X al aspirar en un futuro al cetro imperial deseaba y le convenía
el apoyo del influyente ducado de Suabia. La guerra fue favorable a joven
monarca alemán durante los dos primeros años pero la situación comenzó a
variar, la nobleza güelfa siciliana se rebeló contra Conradino y levantó una
flota y un ejército en 1268 que se unieron a las fuerzas de Carlos de Anjou. La
flota fue destruida pero durante la batalla campal que tuvo lugar el 23 de
Agosto cerda de Mesina, concretamente en Tagliacozzo, Conradino es hecho
prisionero por los angevinos. Carlos de Anjou ordena la ejecución de su rival
el 29 de octubre así como de muchos nobles sicilianos que habían apoyado al pretendiente germano aunque muchos
nobles pudieron escapar a la corte aragonesa, nobles de familias influyentes
como los Lauria, Lanza o Prócida.
Carlos de Anjou tenia ahora
todo el poder sobre la isla pero su “inexperto” rival antes de morir realizó
una jugada inesperada, nombró heredera de sus derechos a su prima Constanza,
hija del anterior rey Manfredo I y sobretodo esposa del emergente rey de Aragón
Pedro III, de esta forma siempre caía sobre el poder angevino en Sicilia la
posibilidad de la insurrección apoyada por Aragón.
Poco a poco fue aumentando
el odio entre sicilianos y franceses, Pedro III moviendo influencias entre los
nobles seguidores de Constanza se encargaba de crear el ambiente propicio para
que estallase una revuelta. Dicho levantamiento tuvo lugar en Palermo, en el
mes de abril cuando el día de martes de Pascua a lo hora de vísperas, de ahí el
nombre de Vísperas Sicilianas se produjo una masiva revuelta que empezó con una
gran matanza de franceses y acabó con la expulsión de la isla. Existen
conjeturas diversas sobre la planificación o no de la revuelta, ya que la
crónica de Ramón Muntaner habla de espontaneidad del levantamiento provocado
por el ultraje a damas palermitanas por parte de soldados angevinos mientras la
“Crónica Siciliana del Siglo XIII”
comenta la coincidencia entre el hecho de las damas y el levantamiento
planeado. Fuese como fuese, la revuelta rápidamente se extendió por toda la
isla y los franceses o bien fueron masacrados o bien huyeron a Mesina. De esta
forma tan violenta Sicilia se libraba del dominio francés.
Tras la revuelta se intentó
organizar un gobierno en la isla a semejanza de las ciudades estado del norte
de Italia pero el Papa Martin IV rechazó la propuesta al ser pro angevino. Ante
la negativa papal y una nueva invasión francesa, los nobles sicilianos buscaron
y demandaron el lógico apoyo aragonés, personificado en el monarca Pedro III
que desembarcó en la isla el 30 de agosto, junto a su esposa Constanza,
legitima heredera del reino isleño, siendo coronados como reyes en Palermo. La
flota aragonesa, al mando de Roger de Lauria derrotaría después a la flota de
Carlos de Anjou en la batalla de Nicoreta, obligando al francés a huir a
Nápoles y reconocer los derechos de Pedro II al trono.
Comenzaba una situación
nueva en el Mediterráneo, un cambio de poder que perseguiría en los siguientes
años en una guerra entre Aragón contra Francia y el Papado y que supondría la
presencia aragonesa en la península itálica durante varios siglos.
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