domingo, 10 de noviembre de 2013

Momificación en el Antiguo Egipto

En el Antiguo Egipto, todo giraba alrededor de la religión  y esta última giraba en torno a la muerte por lo que no es descabellado afirmar que el tránsito hacia la “otra vida” en el “otro mundo” constituía el aspecto primordial en la vida de los habitantes de la civilización desarrollada en los márgenes del rio Nilo.



La trascendencia en la vida cotidiana del proceso de momificación se podría resumir en la siguiente afirmación; “para los egipcios, preservar la integridad del cuerpo era condición indispensable para alcanzar la vida eterna”. Por lo tanto es importante intentar conocer las condiciones a través de las cuales se podía acceder a esta segunda vida. Por ello, en el mismo acto del entierro ya se preparaba al difunto hacia su “reanimación” en la otra vida por medio de diversos ritos como por ejemplo; “la apertura de la boca” para que en el otro mundo pueda comer, respirar, hablar, es decir, vivir. El cuerpo como recipiente del alma adquiría gran importancia y se convertía en fundamento de la momificación.

La importancia para los egipcios de la integridad del nuevo cuerpo se basaba en la creencia que solo si se destruía físicamente su momia, verdaderamente se producía la muerte de forma irremediable, por lo tanto una “buena momia” garantizaba mucho mas la inmortalidad que un trabajo mediocre de momificación, por esta razón, si bien los ciudadanos pudientes de Egipto siempre fueron los mejores momificados, no es de extrañar que ciudadanos de clases inferiores buscaron tras su fallecimiento acabar siendo bien momificados.

La momificación se lleva a cabo cuando el proceso natural de descomposición de la materia orgánica de un ser vivo que fallece, se paraliza por medios bien naturales o no. En ambientes muy secos, como por ejemplo en las arenas de los desiertos o en ambientes muy fríos, como por ejemplo las momias encontradas en cuevas de los Alpes, se producen momificaciones naturales ya que el proceso de descomposición a cargo de las bacterias y microorganismos se impide por las propias condiciones ambientales. Sin embargo, y aunque en el Antiguo Egipto, ya desde el periodo predinástico se depositaba a los muertos en tumbas de escasa profundidad, cubiertas de arena y en las márgenes del desierto para potenciar la acción de clima seco anteriormente descrito, con intención de dar lugar a una momificación natural, fue a principios del III milenio a. C. cuando comenzaron a preparar el cuerpo para la momificación “artificial”.

Los egipcios supieron de forma rápida que la putrefacción del organismo comenzaba desde el interior del abdomen y del tórax, justo desde los órganos con mayor proporción de contenido hídrico. Los embalsamadores comenzaron a extraer los órganos internos desde una incisión ventral y de forma lógica, esos órganos extraídos no se desechaban, ya que según la creencia todo debía ser reutilizado en la nueva vida y en el nuevo mundo, por lo que en un primer momento dichos órganos se envolvían en vendas y se situaban junto al cuerpo para posteriormente depositarlos dentro de los denominados vasos canopos. Cada vaso correspondía a los cuatro grandes órganos internos del ser humano, pulmones, hígado, estomago e intestinos.



Herodoto, el primer gran historiador de la antigüedad en el capítulo 86 de su libro, Historias II describe el proceso de momificación tras una visita a Egipto en el siglo V a. C.

            “Primero, con un gancho de hierro extraen el cerebro por las ventanillas de la nariz, en parte por acción del instrumento y en parte gracias a drogas que vierten en la cabeza. Entonces, con una piedra etiópica cortante hacen una incisión a lo largo del flanco y sacan los intestinos, que limpian y purifican con vino de palma, y los purifican de nuevo con aromas pulverizadas.

Después llenan el vientre de mirra pura pulverizada, de canela y de toda clase de aromas, excepto incienso, y lo vuelven a coser. Y hecho esto, salan el cuerpo cubriéndolo con natrón durante setenta días, y no deben salarlo más tiempo que éste. Y cuando han transcurrido los setenta días, limpian el muerto y envuelven todo el cuerpo con vendas cortadas de una tela de lino muy fino, untándolas por debajo con goma, que los egipcios ordinariamente emplean en vez de cola.

Entonces los parientes recogen el cuerpo, encargan una caja de madera en forma de hombre y, cuando la tienen hecha, meten en ella al muerto, la cierran y así la guardan en una cámara funeraria, donde la colocan derecha contra el muro”

Esta descripción apenas difiere de los procesos de momificación actualmente aceptados tras modernas investigaciones. Tan sólo cabe matizar algunos aspectos complementarios y clarificadores, así;

ü El embalsamador trabajaba al aire libre cerca del Nilo o de sus canales para tener acceso a grandes cantidades de agua, necesaria para el lavado del cuerpo.

ü Los familiares del fallecido aparte de proporcionar el sarcófago, también facilitaban los cuatro vasos canopos así como abundantes vendas de lino. 

ü Tras la extracción de la masas encefálica, la cavidad era rellenada con un oleo balsámico compuesto de resina de coníferas, cera de abejas, aceites y betún.

ü El natrón  es un mineral compuesto por carbonato, bicarbonato, cloruro y sulfato de sodio y servía como deshidratante.

Al final de la civilización egipcia, durante el periodo ptolemaico, la momificación se había convertido en un gran negocio funerario. Por ser un proceso tan complejo, de larga duración, con alto coste de materiales y mano de obra, la momificación se limitó casi en exclusividad a las altas clases capaces de sufragar tan alto coste.






2 comentarios:

  1. Enhorabona per aquesta iniciativa!!! M'agrada molt la història, així que segur que entraré a visitar-te.

    Una abraçada,

    Vanesa

    ResponderEliminar